Los secretos de la princesa tuerta (Princesa de éboli)

Es un misterio por qué ocultó su ojo derecho con un parche, al igual que misterioso es el encierro de la princesa en el Torreón de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz y finalmente en su Palacio Ducal de Pastrana donde murió en 1592

La Misteriosa Princesa de Éboli

/02/2021, 11:45h

Doña Ana de Mendoza, más conocida como la princesa de Éboli, perteneció a una de las familias más conocidas del siglo XVI: la casa de Mendoza. Fue la única hija de Diego Hurtado de Mendoza y de la Cerda y María Catalina Silva y Álvarez de Toledo.

Su infancia es algo desconocida. Nunca se supo con seguridad la razón por la que Ana ocultó siembre su ojo derecho con un parche. Quizás una caída, una mala estocada jugando a esgrima o un defecto en el ojo. Sea de una forma u otra parece ser que no le importó pues siempre lució su defecto con dignidad.     

Con doce años se casó con Ruy Gómez de Silva, príncipe de Éboli (ciudad ubicada en el Reino de Nápoles), por recomendación de Felipe II de España.   

Tras su muerte, quiso ingresar como monja en el convento de las carmelitas de Pastrana dirigido por Santa Teresa de Jesús. Petición que le fue concedida por ésta a regañadientes ubicándola en una celda austera. Algo que no gusto nada a la princesa quien se trasladó a una casita en el huerto del convento, donde tendría armarios para guardar todos sus vestidos y joyas. Además tenía comunicación directa con el exterior por lo que entraba y salía cuando quería. Ante esta situación, Teresa de Jesús y todas las monjas se fueron del convento dejándola sola con sus sirvientas. Pero Ana de Mendoza cansada de la vida conventual volvería a su palacio de Madrid, no sin antes publicar una biografía de la santa que fue prohibida por la Inquisición durante diez años.

Debido a la posición que Ana Mendoza tenía en la Corte, entabló una estrecha relación con el futuro rey Felipe II, incluso se habló de que fueron amantes cuando él estaba casado con Isabel de Valois. También hizo mucha amistad con Antonio Pérez, secretario de estado. Relaciones que fueron descubiertas por Juan de Escobedo, secretario de Juan de Austria, hijo de Carlos I y por lo tanto hermanastro de Felipe II. Antonio Pérez, temeroso de que lo contase y provocase un escándalo, se anticipó y lo denunció al rey por graves manejos políticos, apareciendo muerto Escobedo poco después.

El autor del asesinato es un misterio al igual que el encierro de la princesa de Éboli en el Torreón de Pinto, luego en la fortaleza de Santorcaz y finalmente en su Palacio Ducal de Pastrana, donde estuvo acompañada y atendida por su hija menor hasta su muerte en 1592.

Es curioso que mientras, durante su encierro,  ella le escribía cartas a Felipe II refiriéndose a él como “primo” o “caballero”, el rey, por el contrario, se refería a ella como “la hembra” o “la marrana”, sin embargo, siempre cuidó de sus hijos y nombró un administrador para que gestionase sus bienes.