Ecuador y Perú acuden a las urnas como alternativa política a la crisis de los últimos años
Ciudad de Ecuador
En medio de la búsqueda de vacunas para contener casos de covid-19, dos países de América del Sur celebrarán sus elecciones presidenciales este domingo (11) . Afectados por los efectos de la pandemia, Ecuador y Perú buscan alternativas políticas para contener las crisis socioeconómicas vividas en los últimos años. Tales disputas se producirán en un marco de fragmentación política en la región y, sobre todo, ante dilemas a resolver desde un punto de vista comercial.
La paralización de los organismos de integración en América Latina, con la desaparición de la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur), el debilitamiento de las relaciones en la Comunidad Andina (CAN) y la inercia de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac) demuestra la falta de capacidad de cooperación entre los países del subcontinente para pensar en soluciones conjuntas a problemas compartidos.
Aún desde el punto de vista de la orquestación regional, el Grupo de Lima, una organización intergubernamental de derecha compuesta por cancilleres de más de diez países estadounidenses para aislar a Venezuela, sufrió un gran revés con el anuncio de la salida del gobierno argentino de la organización. La Organización de Estados Americanos (OEA), a su vez, luego de legitimar el golpe de Estado en Bolivia en 2019 y validar varias sanciones contra el gobierno de Caracas, estará presente en las elecciones observando la dinámica electoral del próximo domingo.
Se espera que más de 10 millones de ecuatorianos y unos 20 millones de peruanos acudan a las urnas para definir el destino de sus respectivas naciones.
Como elemento común, en las relaciones internacionales, ambos países del Pacífico han observado en los últimos años el crecimiento de la economía china y creado estrategias para acercarse al gigante asiático. Además del fortalecimiento del comercio, especialmente con el aumento de las exportaciones de productos primarios a China, se diseñaron alternativas de financiamiento e inversiones extranjeras directas en el área de infraestructura y energía en asociación con el gobierno de Beijing.
Este enfoque se materializó en la creación de la Alianza del Pacífico, un bloque comercial que pretende conectar las economías de América Latina con una clara orientación hacia Asia. Si bien Perú fue uno de los fundadores de la iniciativa, Ecuador, en cambio, sólo bajo el gobierno de Lenín Moreno, con su agenda liberalizadora, mostró interés en convertirse en Estado miembro.
A pesar del acercamiento al capital chino, el mayor desafío para ambos países, en el ámbito económico, sigue siendo la diversificación de la matriz productiva. Los distintos gobiernos de Lima y Quito, desde el siglo XX, no han logrado la meta de diversificar sus economías y obtener un incremento sustancial en la producción de bienes y servicios con valor agregado.
Según la Comisión Económica de América Latina y el Caribe (CEPAL) , durante el contexto de contracción global en 2020, el subcontinente fue la región más golpeada en el mundo en desarrollo por la crisis derivada del covid-19. Si bien existe una proyección de crecimiento positivo para 2021, tal avance no será suficiente para recuperar los niveles de actividad económica del momento prepandémico.
En su evaluación preliminar del crecimiento de la región, la CEPAL pronostica una contracción promedio de -7,7% en los países de América Latina para 2020 (¡la mayor en 120 años!) Y una recuperación del 3,7% en 2021, una cifra por debajo de la tasa promedio de crecimiento global. que, según la organización, rondará el 5,2%, considerando el mismo período. Este es un escenario optimista con el avance de las campañas de vacunación e inmunización.
También según la CEPAL, se estima que las economías ecuatoriana y peruana tuvieron una tasa de -8% y -11,12% del PIB, respectivamente, en 2020. Otro agravante, y convergente en ambos países, son las denuncias de corrupción, incluyendo a raíz de la conflictiva y sesgada Operación Lava-Jato y sus tentáculos en el financiamiento de campañas y en la concesión de obras de desarrollo socioeconómico.
Es en este contexto de fuerte desintegración regional, complicaciones de salud, acusaciones de corrupción y bajo desempeño económico que ecuatorianos y peruanos acudirán a las urnas el próximo domingo, deseando encontrar soluciones a los efectos perversos de este grave escenario de cruce de crisis.
Ecuador: entre progresismo y neoliberalismo
Luego de la primera vuelta realizada el 7 de febrero, la elección presidencial en Ecuador llega a su momento final . Por un lado, Andrés Arauz, candidato de izquierda de la plataforma União pela Esperança, cuenta con el apoyo del expresidente Rafael Correa, quien gobernó el país de 2007 a 2017. El programa político de Arauz consiste en retomar el proyecto denominado “Revolución Ciudadana ”, Que se alineó con el ciclo de gobiernos progresistas en la región, a principios del siglo XXI, y permitió el avance de importantes banderas en la lucha contra la pobreza en Ecuador.
Durante el gobierno de Correa, hubo una tasa de crecimiento anual promedio de 3.4% del PIB y se formularon proyectos fundamentales de desarrollo nacional para aumentar el empleo y los niveles de ingresos en el país. Además, el gobierno de Correa llevó a cabo reformas estructurales en cuanto a la soberanía de los recursos naturales, democratizó la prensa y, sobre todo, con la aprobación de un nuevo texto constitucional, con la promulgación de la Constitución de Montecristi, de 2008.
La nueva Carta Magna permitió la introducción de conceptos con el aporte de la cosmovisión indígena en el país. Así, quedó plasmada en la Constitución la idea del vivir buen , reconocimiento de la justicia indígena, kichwa y shuar como lenguajes oficiales de respeto intercultural y promoción de los derechos de la naturaleza, dispositivo que ha tenido, de manera inédita en el constitucionalismo occidental, el medio ambiente sujeto de derechos.
Con la aprobación de la nueva Constitución, Ecuador logró alcanzar la estabilidad política tan deseada tras el derrocamiento de tres presidentes (Abdalá Bucaram, Jamil Mahuad y Lucio Gutiérrez) durante las sucesivas crisis institucionales del régimen neoliberal que llevaron al país a dolarizar su economía en el cambio de milenio.
En las relaciones interregionales, la “Revolución Ciudadana” se ha acercado a una agenda de cooperación Sur-Sur. En este sentido, Ecuador se incorporó a la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), fue miembro fundador de Unasur e impulsó la construcción de Celac. Además, en la política exterior de Rafael Correa, el país volvió a la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), durante el ciclo del boom de las materias primas .
Sin embargo, con el giro ideológico de Lenín Moreno, candidato elegido por el propio partido de Correa en ese momento, Alianza PAIS, se desencadenó una fuerte crisis política al apalancar una agenda de privatización y decorrización política. Los aliados de Correa fueron perseguidos y arrestados, otros se exiliaron y el propio expresidente fue condenado a prisión, impidiéndose postularse en las elecciones presidenciales de este fin de semana. La judicialización de la política se hizo más clara.
De esta manera, Ecuador, bajo el gobierno de Moreno, presentó su salida en la OPEP, rompería sus vínculos con el ALBA y Unasur y, al mismo tiempo, retomó sus íntimos acercamientos diplomáticos con Estados Unidos, siendo el principal socio comercial, a pesar de del avance chino -con la entrega de Julian Assange a la policía británica, tras la no renovación de su asilo en la embajada ecuatoriana en Londres.
La reanudación de acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI), en la línea de la antigua prescripción del Consenso de Washington, introdujo medidas de austeridad que estallaron en las protestas de 2019. Además, la falta de gestión del actual presidente en el combate a la pandemia, donde la salud La crisis también adquirió dimensiones del colapso del sistema funerario en algunas ciudades, provocando el colapso de la aprobación y popularidad de Moreno.
Por eso, curiosamente, ninguno de los candidatos a la segunda vuelta asume la responsabilidad del actual gobierno. Arauz afirma que el gobierno de Moreno fue cooptado por los intereses dominantes del rentismo financiero.
Por otro lado, Guillermo Lasso, banquero y candidato liberal por el Movimiento Creando Oportunidades (CREO), en alianza con el Partido Social Cristiano (PSC), una fuerza conservadora tradicional en el país, acusa a los corresponsales de haber nominado a Lenín Moreno como presidente. .
Según las últimas encuestas electorales, la diferencia entre candidatos es inferior al 5% de las intenciones de voto. De esta forma, la gran incógnita estará en torno a la participación y el destino de los votos de las poblaciones indígenas. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) , luego de apoyar en la primera vuelta a Yaku Pérez, candidato indígena que quedó en tercer lugar con el 19,3% de los votos válidos frente al 19,7% de Lasso, declaró un llamado a la nula a las denuncias de fraude electoral presuntamente realizadas por el Consejo Nacional Electoral (CNE).
Pérez y CONAIE afirman que la elección fue amañada en las provincias costeras, donde el candidato indígena tuvo mayores dificultades para obtener los votos. De esta forma, tanto Arauz como Lasso intentan avanzar en el electorado de Serra y la Amazonia, donde Yaku Pérez tuvo un voto sorprendente en la primera vuelta. El movimiento indígena acusa a los dos proyectos presentados por los candidatos de la segunda vuelta como procesos de corrupción y saqueo de recursos naturales. Así, para los ecologistas , las políticas extractivas de los dos candidatos están desfasadas con la vida en el planeta, ya que fomentan cada vez más los procesos de extracción de petróleo y minería.
Otro factor importante será la suerte del electorado del candidato Xavier Hervas, de Izquierda Democrática (ID), que tuvo una fuerte penetración en las redes sociales y alcanzó cerca de un millón y medio de votantes, correspondiente al 15,6% de los votos válidos en el primera ronda.
Con numerosas divergencias en sus programas de campaña, los dos candidatos de la segunda vuelta intentan ampliar su radio de acción. Lasso, por ejemplo, intenta apostar por la iniciativa privada para la recuperación económica en Ecuador.
En este sentido, si se declara abiertamente candidato liberal, su programa de gobierno se centra en la realización de proyectos de inclusión digital, la elaboración de tratados de libre comercio, la promoción del emprendimiento y, sobre todo, una mayor apertura económica para atraer inversiones.
Desde el punto de vista geopolítico, de ser electo, Lasso profundizará las relaciones diplomáticas bilaterales con Estados Unidos en detrimento de mirar a América Latina, donde ya se ha manifestado contrario a todas las tendencias del llamado socialismo del siglo XXI.
Arauz, a su vez, tras ganar la primera vuelta con cerca del 32% de los votos, apunta a revivir el legado correcto. Para ello, se propone realizar una nueva auditoría de la deuda, crear una comisión de la verdad para investigar casos de corrupción de forma independiente y reactivar la dinámica de integración regional. En este contexto, el candidato progresista intenta acercarse a los sectores populares anunciando un ingreso básico de hasta mil dólares para un millón de familias ecuatorianas. Esto impulsaría el mercado interno y, al mismo tiempo, permitiría mayores mecanismos de combate a la pobreza, que afecta a 32 de cada 100 ecuatorianos. Según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Inec) además de esta población en la línea de pobreza, la pobreza extrema también se disparó en el contexto de la pandemia y nuevamente superó la marca de dos dígitos, alcanzando el 14,9% de la población. En las zonas rurales, la situación es aún más grave, donde siete de cada diez personas son pobres.
El desempleo también ha crecido y ha superado las más de 400 mil personas sin trabajo. Como agravante, aún según el INEC, más del 50% de la población con empleo se encuentra en el sector informal de la economía, es decir, sin asistencia de una red de derechos y protección social, en una clara situación de sobreexplotación de trabaja.
En cualquier caso, cabe señalar que más de 1/3 de las exportaciones ecuatorianas dependen del petróleo. Los precios del barril, en medio de la volatilidad del mercado internacional, serán cruciales para la reanudación del crecimiento socioeconómico.
Esta situación de dependencia se ve agravada por la ausencia de una política cambiaria anticíclica, que podría proteger al país de ciertas externalidades, como se observó en la pandemia. Sin embargo, como uno de los pocos elementos convergentes, ambos candidatos favorecen el mantenimiento y fortalecimiento de la dolarización, y enfrentan las dificultades estructurales de la economía ecuatoriana para desarrollar alternativas en la promoción de políticas públicas.
La búsqueda de la inmunización también debe ser una prioridad para el próximo presidente, donde la capacidad de articulación internacional será fundamental para la adquisición de las escasas y disputadas vacunas.
Perú: corrupción, fragmentación de partidos e incertidumbres
El Perú atraviesa actualmente una fuerte crisis institucional. Para tener una dimensión de la magnitud del fuerte descrédito partidario en el país, el expresidente Martín Vizcarra (2018-2020) fue destituido por el Poder Legislativo a través de un proceso de juicio político repentino en medio de una pandemia. Su predecesor, Pedro Pablo Kuczynsky (2016-2018), quien fue elegido en 2016, renunció a su cargo a mitad de período ante fuertes acusaciones de corrupción . Para colmo, Ollanta Humala (2011-2016), quien precedió a Kuzcynsky, fue recientemente detenido y acusado de lavado de activos a raíz del desarrollo de la Operación Lavado de Autos que involucra a la empresa brasileña Odebrecht.
El escenario de la degradación política tomó un aspecto trágico con el suicidio de Alan García en 2019 y la huida de Alejandro Toledo, expresidente que asumió el gobierno peruano a principios del siglo XXI. Asimismo, Alberto Fujimori, expresidente de derecha y empresario neoliberal, permanece en prisión cumpliendo sus sentencias condenatorias también por los casos de corrupción y el crimen de daño a la humanidad. En 2020, dos presidentes fueron derrocados en menos de dos semanas debido a escándalos de corrupción.
Sin embargo, el fuerte descrédito de los partidos políticos no afectó directamente al desempeño económico en el llamado superciclo de las materias primas. Perú, aunque gobernado por sucesivos representantes de la derecha, presentó tasas de crecimiento superiores a las de otros países de América Latina, con un promedio anual superior al 6%, entre 2002 y 2013. La pobreza y la miseria también se redujeron significativamente. Sin embargo, en los últimos años, Perú ha mostrado signos de desgaste en su economía.
A taxa de crescimento diminuiu com o passar dos anos, ficando em 2%, em 2019. Com a ascensão da pandemia, a dinâmica recessiva se impôs e as condições para a retomada do crescimento passam, necessariamente, pelo realinhamento institucional e um desfecho da operação Lavado de chorro.
Históricamente siendo un país liderado por partidos con gran penetración de las fracciones de las clases dominantes, estas franjas de la derecha peruana se han enfrentado en la disputa por el juego electoral en los últimos años. Pedro Pablo Kuczynski, por ejemplo, vinculado al partido peruano Por el Kambio (PPK), de sesgo neoliberal, se postuló por segunda vuelta en 2016 contra la también candidata de derecha, Keiko Fujimori, hija de Alberto Fujimori y líder de la Fuerza. Popular (partido FP)), una organización abiertamente conservadora y profundamente antisocialista.
El modelo peruano se centra en una economía de exportación primaria conectada a los dictados extractivos. La legislación tributaria y minera a gran escala exenta de cobrar ingresos hasta que se devuelva toda la inversión permite la configuración de una sociedad desigual fuertemente caracterizada por focos de pobreza y miseria en las regiones rurales del país. Este escenario está especialmente presente en la sierra peruana, donde las condiciones de vida son notablemente más precarias para las clases populares.
Para la primera vuelta de la disputa electoral, el próximo domingo (04/11), más de 20 candidatos se postulan a la presidencia. Yonhy Lescano, candidato de la Ação Popular (AP), una organización de orientación liberal, aparece en el liderazgo de las urnas electorales, con cerca del 12% de las intenciones de voto. Concentrando mayor popularidad en la región sur del país, su lugar de origen, Lescano defiende en su programa de gobierno la lucha contra la corrupción, la reforma del sistema judicial y la superación de la crisis sanitaria con el fortalecimiento de las inversiones en el área de la salud.
En la extrema derecha y creciendo en las encuestas, Rafael López Aliaga, líder del partido Renovación Popular (RP), se autoproclama como el “Bolsonaro Peruano”, defendiendo posiciones similares a la del presidente brasileño. En sus discursos, López Aliaga rechaza constantemente los derechos de las minorías al expresar ideas autoritarias. En el ámbito económico, Aliaga habla de un “Plan Marshall” para reactivar la economía del país.
Keiko Fujimori, de FP, intenta por tercera vez llegar a segunda ronda; y el exfutbolista George Forsyth, candidato de la Restauración Nacional , asociación que aglutina a las iglesias evangélicas del país, cierra el arco de las principales candidaturas de derecha que pueden sorprender en esta coyuntura de fuerte fragmentación partidaria y descrédito de la nacionalidad. sistema político.
A la izquierda, el nombre con mayor representación y con altas posibilidades de pasar a segunda vuelta es Verónika Mendoza , candidata de la coalición Juntos para Perú. Verónika intenta por segunda vez llegar a la presidencia y representa la corriente progresista en el país. Recientemente, Mendoza saludó al presidente argentino Alberto Fernández pidiendo su apoyo para facilitar el acceso del gobierno peruano a las vacunas covid-19 que Argentina planea producir en conjunto con México.
Cabe mencionar que el Perú, proporcionalmente, fue uno de los países más victimizados de la región por la pandemia. En este sentido, las organizaciones de izquierda del país apoyan la lista de Verónika; sin embargo, demuestran los límites de la democracia peruana. Para muchos movimientos sociales, la elección del día 11 debe ir acompañada de un referéndum que señale la posibilidad de formular una nueva constituyente, ya que la actual Constitución, de 1993, es fruto de concepciones fujimoristas.
Otro candidato progresista es el profesor Pedro Castillo, dirigente sindical y representante del partido Perú Libre . El ecologista y sociólogo Marco Arana, del Frente Amplio, y Andrés Alcántara Paredes, de Democracia Directa , cierran los nombres de los candidatos de la izquierda con pocas oportunidades de avanzar en la disputa electoral.
La situación de total incertidumbre se ha visto acentuada por la crisis institucional y sanitaria de los últimos meses. A principios de año, otro escándalo sacudió la vida política peruana: el expresidente Martín Vizcarra, así como funcionarios de gobierno y empresarios peruanos se saltaron la cola de vacunación que inicialmente estaba destinada a los profesionales de la salud en el país. Cientos de personas fueron vacunadas de forma privilegiada. La crisis provocó la dimisión de la exministra de Salud, Pilar Mazzetti, y la exministra de Relaciones Exteriores, Elizabeth Astete. Se sigue investigando a otros funcionarios y grandes empresarios.
Todo este escenario de corrupción y desconfianza, combinado con los efectos de la pandemia, apunta a un pronóstico de altas tasas de abstención. Además, según las últimas encuestas, las intenciones de votos blancos y nulos superan el 20%. El número de indecisos también es muy elevado. Con tal fragmentación partidaria, ciertamente, la disputa pasará a segunda vuelta, ya que ninguno de los candidatos debe obtener más del 50% de los votos válidos para cerrar las elecciones el próximo domingo. Esto demuestra que ningún partido debe obtener una amplia mayoría en el parlamento, por lo que es necesario formar alianzas a partir de la segunda vuelta para formar gobierno.
Además de la elección presidencial, se espera que los peruanos elijan el domingo a los 130 congresistas nacionales y cinco representantes en el Parlamento Andino. En cualquier caso, el próximo presidente tiene el desafío de controlar la conjunción de crisis en el país. En el ámbito económico, la tasa de desempleo alcanzó el 13% y alrededor del 70% de la población económicamente activa se concentra en el sector informal. El aumento de las tasas de contaminación, el deterioro de las condiciones de vida experimentado en los últimos años y la espiral de corrupción en el sistema político son uno de los factores que explican el desinterés de la población por la participación electoral. Sin embargo, esta coyuntura abrió espacio para que las ideas reaccionarias ganaran espacio con la candidatura de extrema derecha de Aliaga.
En definitiva, Perú y Ecuador atravesarán una etapa decisiva en su vida política el próximo domingo. Que las elecciones se realicen en democracia, seguridad y libertad para la reconstrucción de un proyecto de integración popular en la región.
Noticia, 11/04/2021
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