Cumple una década de conflicto Siria con 400.000 muertos y un frente abierto

Conflicto que no acaba en Siria

Yordan Roque Álvarez 14/03/2021

(SIRIA). Al cumplirse una década del estallido de la revolución siria y su posterior desembocadura en una cruenta guerra, el Observatorio Sirio de Derechos Humanos estimó este domingo en 400.000 muertos el coste humano del conflicto, mientras las miradas se centran en el último bastión opositor.

El balance difundido por esta ONG con sede en el Reino Unido, que no tiene en cuenta a otras cerca de 88.000 personas que habrían perdido la vida en las cárceles y centros de detención gubernamentales, contabiliza 117.388 bajas civiles, de las que 22.254 eran niños.

La mayoría de estos ciudadanos perecieron en acciones de las fuerzas leales al presidente sirio, Bachar al Asad, la primera causa de los decesos seguida de las operaciones de las facciones opositoras, de la aviación rusa y, por último, de la turca, de acuerdo con la organización, con una amplia red de colaboradores sobre el terreno.

El arresto de 15 adolescentes por realizar una pintada contra Al Asad en la meridional Deraa es a menudo considerado el detonante de la revuelta de marzo de 2011, pero lo cierto es que ya el mes anterior se habían registrado en Damasco protestas en solidaridad con las manifestaciones en Egipto, Túnez y Libia.

«En cierto modo empezó en Deraa pero también en Damasco al mismo tiempo, por lo que la cuestión aquí es si la revolución comenzó desde el centro, desde la capital, o desde las periferias, desde ciudades secundarias como Deraa», destacó a Efe Kheder Khaddour, analista del Carnegie Middle East Center.

Bajo el lema «Una Siria sin tiranía», un grito contra los Al Asad, que entonces llevaban cuatro décadas en el poder, algunos sectores en el este del país encontraron motivación en la dura sequía vivida los años anteriores y en otros puntos se aferraron a otros factores sociales, políticos y económicos.

Sin embargo, al igual que ocurrió en otros países alzados en el marco de las revueltas de la denominada Primavera Árabe, sí hubo un claro denominador común: el centro del movimiento fue una generación de jóvenes nacidos en la década de los 80 y principios de los años 90, en ebullición desde la llegada de internet en los años 2000.

Desde el principio, una serie de líderes mundiales lanzaron mensajes de apoyo al movimiento contra el Gobierno sirio, llevando ya desde 2011 a un cierto grado de internacionalización, algo que se iría asentando con el paso de los años en forma de intervenciones directas e indirectas.

Para verano de 2012, surge el concepto de «áreas liberadas», aquellas que escapan al control de Damasco y reciben apoyo de las potencias internacionales, y con ello la asistencia a la oposición comienza a regirse por el mapa que se va dibujando.

Desde 2012 hasta casi 2016, la mayoría de la financiación y el apoyo llegan a los rebeldes y la oposición en base a la geografía y no en base a una agenda nacional, de modo que esto creó fronteras dentro del país con áreas del régimen y áreas que no son del régimen.

Estas divisorias internas desembocaron con el tiempo en una «guerra abierta», que en 2014 se teñiría paralelamente con los tintes yihadistas del autoproclamado califato del Estado Islámico (EI).

La provincia noroccidental de Idlib es la última gran «área liberada» diez años después del estallido de la revolución, completada por algunas zonas del oeste de la vecina región de Alepo y otras ciertas áreas en la frontera con Turquía.

Creo que el futuro de Idlib es que el régimen tomará más territorio en las áreas liberadas (…) y las áreas liberadas serán solo una línea en la frontera con Turquía en lugar de una región.